Nacimos como nacen todas las buenas historias: entre amigos y alrededor de una mesa. Era agosto de 2020 cuando Enrique León compartía, con Roi Lojo y otros amigos, como era habitual, una buena mesa en el espectacular restaurante de Roi, Punta Cabalo en A Illa de Arousa.
Como también era habitual, el incomparable paisaje que rodea el restaurante, enclavado en un faro sobre las rocas y asomándose a la Ría de Arosa, hizo que esa comida derivase en una larga sobremesa.
Pasadas las horas, cuando esa sobremesa necesitaba ser apuntalada con algo sólido, Roi decidió sacar unas conservas, en concreto unos mejillones en escabeche. Y ahí surgió todo.
La idea inicial nacida en esa sobremesa era hacer una tirada mínima de los mejores mejillones que hubiesen existido, casi exclusivamente para consumo propio. Y, en principio, ahí quedó todo.
Así, pasadas unas semanas, Roi se citó con Enrique para proponerle embarcarse en esa empresa. La respuesta fue un sí, pero con una única condición: tendrían que proponérselo a uno de sus mejores amigos, Aitor Ocio.
Y así fue. Esa misma noche, le adelantan a Aitor que existe un proyecto al que quieren que se una, sin adelantarle nada más.
Durante los siguientes meses preparan un plan de negocio y muestra del producto, y en diciembre de 2020, en plenas restricciones provocadas por el COVID, se desplazan a Bilbao para tratar de convencer a Aitor.
En ese momento post pandemia, Aitor estaba muy centrado en atender sus anteriores modelos de negocio ya iniciados y, en ningún caso, se planteaba en ese momento iniciar o incorporarse a nuevos proyectos. Finalmente, Aitor les recibe en su casa, preocupado en cómo trasladarles una negativa de manera delicada y sin ofender a sus amigos. Pero no contaba con lo que le iban a presentar y, sobre todo, a dejar probar. Probó los mejillones en escabeche, las ostras en aceite, las almejas, los berberechos… y otras cosas que todavía no se pueden contar. Lo que Roi había cocinado era lo que prometía: increíble. Y solo pudo decir que sí. Ya eran oficialmente socios.
Sólo puso una condición: que fuese la mejor marca de conservas del mundo. Y para ello necesitaban que alguien que plasmase en la imagen de la marca y del producto los valores disruptivos que serían la columna vertebral de la compañía: excelencia y verdad.
Excelencia, porque solo cocinaremos y enlataremos el mejor producto que exista. Y si no es el mejor, no lo haremos. Verdad, porque no queremos continuar con la tradición de enlatar como marisco gallego lo que no lo es, o cobrar por piezas de un calibre que en realidad no vendemos (de ahí nuestras “series” que dan, exactamente, lo que prometen).
Y Aitor tenía la persona perfecta para transformar esos valores, esa historia real, en una experiencia desconocida hasta ahora. Convertir todo eso en algo tangible, nunca visto y absolutamente excepcional, requería a alguien también excepcional. Esa persona era Aitor Molina.
Empezó un arduo trabajo, muchas horas de pensar, desarrollar, deshacer lo hecho para volver a hacerlo mejor. Y se dieron cuenta de que les faltaba una columna. Alguien que tuviese un canal dónde testar, dónde ofrecer, dónde enseñar la excelencia de las conservas que cocinas, y que, además, supiese como hacerlo y tuviese el pulso del cliente muy cerca. Y tuvieron la suerte de que David Lecanda, cabeza pensante del grupo Pimiento Verde y del Gran Asador Lecanda, iconos gastronómicos de la capital mundial de la gastronomía, Madrid, aceptase unirse a ellos.
Y así transcurrieron casi tres años de duro trabajo, largos viajes, eternas videollamadas, pero avanzando con paso firme hasta la complicada meta de conseguir lo que estaba en sus cabezas. Meta, que no es otra cosa que el punto de partida del camino más ilusionante de sus vidas, conseguir las mejores conservas gallegas del mundo.
Porque cuando te juntas con tus amigos, cuando tus amigos son los mejores en lo suyo, cuando cada minuto es igual de divertido que fascinante, solo pueden nacer cosas increíbles.
Y así nace ROI&CO.